LA MAGIA DE LA NAVIDAD
La Navidad sorprendió a mi amiga-sobrina Inma ayer por la mañana. En pleno centro de la ciudad, junto al
edificio del Ayuntamiento se había montado
un arbolito hecho con contenedores
verdes pequeñitos, como reclamo para concienciar al personal de la necesidad de
colaborar en el reciclaje de vidrio. Para
completar la campaña se invitaba a los viandantes a formular por escrito un
deseo depositando la misiva en una urna, se supone que dirigida a Papá Noel, a
los Reyes Magos o al mismísimo Espíritu de la Navidad. Que para ilusionar
cualquiera de ellos es bueno. Había también algo de premios, pero eso era lo de
menos.
Inma quiso participar y se acercó a coger la cartulina para escribir su deseo, en ese momento vio que se acercaba un grupo de niños como de diez u once años acompañados por una señorita, que después se supo que era su monitora. A los chiquillos les llamó la atención el árbol tan original, pero lo que más les gustó fue la idea de participar en la petición de deseos, con alboroto pedían su cartulina para escribirlos, pero no podía ser, aquello era solo para adultos y no les permitieron jugar. Cosa más insólita no se ha visto, a quién se le habrá ocurrido organizar un juego una mañana de Navidad y no dejar jugar a los niños.
Pero si el organizador discrimina
a los niños, Inma no, y sin dudarlo se ofreció a escribir el deseo del primero
de ellos en su cartulina: -Venga dime tu nombre y tu deseo.-Me llamo Serafín y
mi deseo es poder reunirme con mi familia-.
En ese momento se le hizo el nudo
en la garganta, y eso no fue todo. Los otros niños saltaban de ilusión pidiendo
que sus deseos también se incluyeran. Primero fue Dimitri, negro como Baltasar,
y después Torcuato. A ver Dimitri dime tu deseo.-Que me pueda reunir con mi
familia-. Y a Torcuato no hizo falta
preguntarle, pero él quería asegurarse que su deseo se incluía,-Me llamo
Torcuato y quiero estar con mi familia.
Afortunadamente la bondad es
contagiosa, al ver la disposición de mi amiga a colaborar en los deseos de los
niños, la monitora se unió al empeño y fueron dos tarjetas. Más voluntades
tendrían que unirse para conseguir lo que debía ser de justicia. Pero Inma puso
al servicio de los niños su corazón y así quedó su tarjeta:
“Que Serafín pueda estar con su
familia, también Dimitri y Torcuato”.
Ni arbolitos, ni adornos, ni
luces en las calles, ni tan siquiera los belenes logran transmitir el sentido
de la Navidad, pero Tres Niños Magos y
una buena mujer, el día antes de Nochebuena, lo han conseguido.
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