domingo, 24 de enero de 2016

EL COLEGIO


EL COLEGIO




Gracias a la generosidad de mi amigo Antonio Maldonado,artista de la fotografía y del saber mirar, tengo la oportunidad de regalar a mis compañeras del Colegio de las Teresianas este álbum en el que se ve el esplendor de una de las casas de los López de Medina, convertida en Colegio Mayor Santa Fé, realizada por el sobresaliente arquitecto Francisco Giménez Arévalo, autor también del Palacete de los Patos y de otras casas notables de Granada de finales el siglo XIX y principios del XX, participante también en la construcción de la Gran Vía.


Esta familia tenía otra casa, hoy desaparecida, que debió ser dedicada al negocio de la familia, no tengo constancia si se trataba de actividad bancaria por la cercanía del Banco de España en aquella época o a cualquier industría de las muchas que en aquella Granada próspera florecieron al calor del cultivo de la remolacha. En ésta segunda casa, también hermosa aunque menos lujosa, estaba el Colegio Menor de la Institución Teresiana, donde estudiamos las niñas que ahora somos señoras jubiladas la mayoría. Como no había sido pensado el edificio para ser colegio, tenía bastantes carencias para el uso docente, por ejemplo, cosa rara en aquellos años, no tenía una capilla, por eso las ceremonias religiosas se hacían en la capilla del Colegio Mayor a donde acudiamos las niñas en fila y calladas admirando esa decoración maravillosa que debió de quedar impresa en el fondo de nuestra memoria infantil y hoy os traigo en recuerdo de nuestra común etapa escolar.



Fotografias cedidas por Antonio Maldonado


https://goo.gl/photos/XYnrLgnVqK18L8AZ8

miércoles, 13 de enero de 2016

LUMINOSO ENERO



A mi hija Maria del Mar González Vida




Algo tiene el mes de enero que le hace ser especial, no es “florido y hermoso” como mayo, ni plácido como agosto, tampoco brilla como  julio, ni es cambiante  como  abril; no es loco ni ventoso como febrero y marzo, ni esperanzador  como  junio y no es decepcionante como septiembre, ni es nostálgico como octubre, romántico como noviembre y, por supuesto, no quiere ser  festivo como diciembre, pero sus contrastes de luz, frío y color lo convierten en el mes principal del año, por ser el primero y porque en sus días los propósitos y las esperanzas se mantienen intactos, limpios y preparados para que los otros meses se ocupen de desgastarlos.

Entrar de madrugada el trece de enero en un hospital del siglo XVI, aunque muy bien adaptado a los tiempos,   con lluvia, frío y miedo, le hace a una sentir como oveja que va al matadero o algo peor, porque las ovejas no saben lo que les va a pasar, y la que va a ser madre por segunda vez si lo sabe y lo sabe bien. Hacer el trabajo de nacer una vida en varias horas es muy duro, pero el resultado feliz hace que ese esfuerzo se olvide y sabiendo que no lo tienes que volver a hacer más en la vida hace que al salir del hospital al día siguiente se vea la luz de la tarde de enero como la más luminosa y liberadora que se verá en en la vida.
Hoy, treinta y tres años después, escribo estas palabras para felicitar a mi hija Maria del Mar en su cumpleaños, porque es el primero que no va a pasar con nosotros, porque está lejos y porque quiero que sepa que ella es como la la luz de enero para su familia, por su alegría,su generosidad y por esa fuerza que derrocha ante la vida que hace mejores a todos los que se acercan a ella.

Muchas Felicidades hija, para este año y para siempre, y que se cumplan todas tus ilusiones.

Mamá.