viernes, 2 de abril de 2021

"HAN DICHO, ESTÁN DICIENDO, HE ESCUCHADO QUE..."

 “HAN DICHO, ESTÁN DICIENDO, HE ESCUCHADO QUE…”



·Estas frases se propagan al mismo ritmo que los programas de televisión se prodigan en levantar polémicas con opinadores, tertulianos y voceros varios que montan discusiones sobre vacunas, contagios y críticas a los gobiernos de todas clases y las normas que se imparten en la lucha contra la Pandemia.

La única manera de acabar con una epidemia es vacunando a la población. Gracias a las vacunas se han erradicado enfermedades de la faz de la tierra que han sido el azote de los pueblos durante siglos. Asimismo se han evitado las enfermedades de la ganadería, garantizando no solo la salud de los animales sino la seguridad de los consumidores, que han dejado de sufrir infecciones y contagios a través de la alimentación.

Gracias a la ciencia nos hemos librado de sarampión, polio, difteria, tétanos, tosferina, malaria y un montón de enfermedades más, no hay nada más que comparar los índices de mortalidad infantil del siglo XIX con los de final del  siglo XX. Por supuesto que los países ricos son los principales beneficiados, porque pueden pagarlo todo, pero en su conciencia está el beneficio de la vacunación a los que no pueden, por el bien de ellos y de todos, porque saben que es la única forma de eliminar las enfermedades contagiosas.

Con la propagación del virus Covib 19 por todo el mundo, con tanta rapidez como los actuales medios de locomoción han permitido, millones de personas se han contagiado y se siguen contagiando de la enfermedad que el virus provoca: Es una pandemia, algo que los que hemos nacido dentro del último siglo no habíamos conocido.

Un año o más matando gente y causando miseria, la medicina poniendo todo su empeño en luchar contra algo desconocido, los políticos dando palos de ciego  tratando de corregir una situación sobrevenida con la que no habían contado ni sabían cómo.  Ha habido de todo, hoy una cosa, mañana otra, gobernantes de países superpoblados que negaban la evidencia, anteponiendo la economía a las vidas humanas, dispuestos a conservar su posición y la de sus patrocinadores (money, money), ahí están ahora a la cabeza de las macabras estadísticas  con sus millones de paisanos muertos. Incluso políticos de poca monta que utilizan el desastre para desprestigiar al contrario, poniendo en riesgo la vida de las personas en su empeño de arañar unos cuantos votos, para seguir chupando del bote.  Pandemia de enfermedad y pandemia de egoísmo y miseria.

Si hay algo que agradecer a los países poderosos es la gran inversión en la búsqueda de vacunas contra este virus nefasto, sin olvidar el interés económico que sin duda también los mueve. Pero, sea como sea, las vacunas están aquí.
La Gran Esperanza apareció a final del año 2020, pero poco han tardado en producirse las guerras de intereses entre las poderosas industrias farmacéuticos con la consiguiente repercusión política en los países-clientes de estas empresas. Las normas contradictorias entre unos países y otros,  aun siendo socios preferentes, la falta de transparencia de las resoluciones tomadas por los gobiernos locales y la irresponsabilidad de los medios de comunicación sensacionalistas, que por pillar un titular son capaces de publicar cualquier cosa, aunque sea la bomba atómica, eso o que están pagados por algunos de los bandos que mueven esas guerras; la cuestión es que sin ningún remordimiento se divulgan bulos, se fabrican noticias con medias verdades y se mete miedo a las personas que después rechazan las vacunas. Alguien debía de ocuparse de informar a estas personas que no se quieren vacunar, porque se han creído las informaciones negativas sobre estas o aquellas vacunas, que ellas serán responsables de la supervivencia del virus, porque necesita cuerpos donde reproducirse y que podría ser que si enferman, después de rechazar una vacuna, se considere que han cometido imprudencia temeraria y tengan que correr con los gastos de los tratamientos y hospitalizaciones, sería lo justo, amén de cargar en su  conciencia  los posibles contagios que provoque.

 De momento pueden estar tranquilos porque la legislación vigente no contempla esa posibilidad, pero habrá que ir pensando en modificar las normas. Los que no estamos tranquilos con su actitud somos sus paisanos que comprendemos que son libres de hacer lo que quieran, pero que sepan que nosotros también somos libres de aislarlos y de hacerles la cruz como al diablo.