domingo, 18 de octubre de 2020

Culpables

COLABORADOR NECESARIO

 

Tras de tiempos vienen tiempos y al final todo cambia, y ha de cambiar para que cada generación tenga su propio afán. Hubo un tiempo en que esta región prosperó gracias a la remolacha y a la caña de azúcar y aquello pasó, ahí están en La Vega los esqueletos de las fábricas azucareras y de los ingenios que transformaban lo que producía la tierra en artículos de primera necesidad que la gente compraba, hoy hasta el azúcar se ha  pasado de moda. Anteriormente el motor de la economía provincial lo llevó el esparto; en otro tiempo, remoto ya, fuimos ricos gracias a la seda, pero a los que la fabricaban los expulsaron y se fueron con sus técnicas y sus contactos, y una época de pobreza le tocó vivir a los que quedaron aquí. Últimamente hemos vivido muy bien gracias a un enclave geográfico privilegiado y a unos antepasados que nos dejaron obras de extraordinario valor, capaces de atraer a la panacea de todas las soluciones: El Turismo, ese fenómeno heredero de aquellos viajeros de siglos anteriores que tras estancias largas y provechosas, escribieron, pintaron y contaron las maravillas del lugar, lo que actualmente se traduce en personas que viajan a donde quiera que sea para enriquecer su cultura o disfrutar de cosas distintas de las que en sus lugares tienen o por el simple hecho de poder presumir de haber estado allí, sea por lo que sea a los locales les es indiferente. Lo interesante es la industria que se genera para atenderles y la riqueza que dejan. De eso hemos vivido los últimos sesenta o setenta años, y hemos disfrutado de esos servicios nosotros también. Y lo que creíamos inamovible se vino abajo por un virus criminal y hasta que no se pueda acabar con él, habrá que hacerse a la idea de que por un tiempo esa industria se va a venir  abajo. Que lo mismo que se han hecho reconversiones industriales, navales y reformas agrarias, hasta convertirnos en un país de servicios, como se planeó en el seno de la Unión Europea, habrá que hacer la reconversión turística y reinventarnos, que es lo que hemos hecho un montón de veces a lo largo de la historia.

Luchar contra los elementos no se puede y además es imposible, pero la mayor parte de la responsabilidad recae en nosotros mismos, hay información y medios para evitar contagiarse, más que nada por no contagiar. Ahí está el quid de la cuestión, en seguir las normas a rajatabla, estén o no estén los bares abiertos y las ciudades cerradas, que el homo sapiens-sapiens,  debe su nombre genérico a algo más que a la altivez, su sentido común y su lógica le tiene que servir para algo; que la muerte no respeta, que diversión a cambio de muerte no es inteligente. Y si fuera la tuya vale, pero es que la muerte viene en progresión geométrica y contigo va a caer el sanitario que te cuida, sus hijos, sus hermanos, sus abuelos y los tuyos también y los de todos... y algo muy importante: el coronavirus es el asesino, pero el que no tiene cuidado es también culpable porque tiene la condición de colaborador necesario.