viernes, 24 de agosto de 2018

ALMIDONADA Y COMPUESTA



Fotografía de la familia de Conchita Fernández

ALMIDONADA Y COMPUESTA

Las niñas de apenas siete años se arremolinan en la calle en la puerta de su colegio. Las han traído sus padres después de vestirlas con vaporosos vestidos largos blancos, todos iguales, como si fueran pequeñas novias. Las niñas van encantadas, les han dicho sus padres que este va a ser el día más feliz de su vida, y que van a recibir muchos regalos, que van a tener una fiesta muy bonita que durará todo el día: por la mañana un desayuno con amistades de sus padres y de sus hermanos y después una comida familiar en casa de sus abuelos que viven en el campo, a la que asistirán los amigos de los hermanos y alguna amiga suya que va a otro colegio, porque las compañeras de su clase no pueden ir, ellas también hacen la primera comunión ese día y tendrán sus propios festejos.

 También, les han dicho en el colegio algunas cosas de ser buenas y de que es un día importantísimo porque van a recibir al Señor, ¡ay el Señor! Qué cosa más difícil de comprender, pero las niñas son muy chicas y no se plantean ninguna duda, no lo vas a ver, pero es el mismísimo Dios el que vas a recibir en tu cuerpo. Para eso hay que prepararse muy bien, las niñas buenas esto, las niñas buenas lo otro… Vale, muy bien, serán muy buenas, pero ¿y si el vestido heredado de la hermana no está tan blanco porque lleva tres años guardado en un baúl? Por mucho que lo limpien en la tintorería, no se consigue la prestancia de la tela nueva, pero no es cuestión de comprar otro, eso es un despilfarro. Ya se verá, a lo peor a ella la ponen en la última fila por culpa del vestido que no es todo lo blanco que debiera ser ¿cómo va a ser un día feliz con un traje pasado? Además su amiga, compañera y vecina, anda presumiendo de que ella tiene dos vestidos: el que llevaron sus hermanas, que son tres, y uno que le han comprado a ella nuevo. A la preocupación de la antigüedad del vestido, se une una nueva zozobra: han anunciado en el colegio que la fecha del evento será el día Uno de Junio ¡lo que faltaba! ¿Cuándo se ha visto una Primera Comunión fuera del mes de mayo?  A este paso va a ser difícil que sea el día más feliz de su vida,  hay serias dudas sobre esos augurios de  felicidad.

Y la preparación continúa en el colegio,  hay que aprenderse una oración que dirán todas las niñas juntas en el altar al principio de la ceremonia, una tremenda composición poética llena de  palabras raras, que no se sabe ni qué quieren decir, es inexplicable que las otras niñas se la aprendan ¡con lo difícil que es aprenderse las cosas cuando no se entienden! En ella se cumple el principio universal que afecta a muchas personas:  “Lo que no se comprende, no se aprende”, exceptuando,claro está, el caso de los lo papagayos

Como ruido de fondo un coro infantil repite una y otra vez los versos extraños: “¡Detesto a Satanás a sus pompas y a sus obras…! ¡Detesto a Satanás a sus pompas y a sus obras…! Mientras un ejército de luminosas pompas de jabon bailan por la cabeza de la niña que no puede aprender lo que no comprende.

Amanece nublado el día Uno de Junio, era de suponer, si fuera mayo seguro que haría sol. No obstante las niñas llegan alegres a la puerta del colegio, las monjas se afanan en poner orden, y organizan una comitiva en dos filas que pilla  toda la calle para acudir a la iglesia donde se oficiará la ceremonia. El tema del vestido se ha solucionado, la mayoría de las niñas lo llevan igualmente blanco-antiguo, concretamente todas las que tienen hermanas mayores, la razón económica se impone, primera lección aprendida en un día especial.

 Pero lo peor está por venir, las niñas han subido al altar mayor y las han colocado en semicírculo, el coro de las mayores canta canciones en latín, lo mejor para no entender nada, los oficiantes, el arzobispo y dos curas más, inician la ceremonia, la monja directora  ha indicado a las niñas que reciten la oración aprendida, y ellas como una sola voz declaman: “¡Detesto a Satanás a sus pompas y a sus obras…!” ¿Todas las niñas recitan?, no, algunas solo mueven los labios como si hablaran, pero no dicen nada, son las que no se la han podido aprender; pero hay una que no se calla, no puede, para ella es difícil estar callada, con toda la naturalidad está rezando su propia versión, la que a ella le sale de dentro: “¡Me cago en Satanás, en su padre y en su madre…! y se ha quedado tan contenta.

Pero su tranquilidad desaparecerá por completo cuando su amiga, compañera y vecina, que lo ha oído, le ha dicho muy escandalizada: ¿Pero qué has hecho? ¡Has dicho palabrotas en el altar! ¡Eso es un sacrilegio! ¡Si te mueres hoy, vas al infierno!
En principio se ha asustado, pero con las emociones de la jornada se ha  olvidado de la amenaza. Afortunadamente a pesar de todos sus temores ha sido un día muy divertido, todo ha salido bien. Pero conforme va cayendo la tarde la preocupación por su condición de pecadora va adueñándose de su ánimo. Ha salido a dar un paseo con su padre para lucir por última vez su traje de novia chica, y por la seguridad que le infunde la mano que la lleva le ha contado sus temores. La respuesta de su padre ha sido la habitual, se ha reído  con todas sus ganas,  y la ha tranquilizado con toda la naturalidad del mundo:

-No te tienes que preocupar porque “Cagar” es mucho más sano y mejor que “Detestar”, así que el pecado será el de las otras niñas, o de quién les haya enseñado esa oración tan fea.

Para completar y hacer más comprensible la gran lección del día, el padre le ha enseñado el refrán popular que iguala a todos los hombres y mujeres, que en el mundo han sido, son y serán, desde la base del funcionamiento de su organismo:

 “En este mundo traidor nadie sin cagar se escapa, caga el rey, caga la reina, el arzobispo y el papa”

Gracias papá.