Que los
arboles no dejan ver el bosque, es una frase proverbial alusiva al desvío de la
atención de una situación en su conjunto, por fijarse en detalles menores. Más
o menos ese es el sentido.
Y eso es,
desde mi punto de vista, lo que está sucediendo con las noticias de estos días
sobre Tesis, Másteres, Postgrados y demás títulos académicos, obtenidos y concedidos
de forma fraudulenta por tramposos y sinvergüenzas, que se han convertido en filón para rellenar huecos en la prensa, minutos
para programas de tertulias televisadas y tema fácil para columnistas. Y sin
embargo no son, ni de lejos, lo peor que
han hecho ni hacen los malos políticos.
No me
gusta, no me gusta que hayan hecho eso, ni las universidades ni los aspirantes
a gobernantes, son tramposos e indignos, pero menos me gustan otras cosas y no
se les da el bombo que se le está dando a esto, creo que todos los días debía
de salir un titular en la prensa que recordara las políticas de recortes de
toda índole practicadas por los gobiernos, o la falta de apoyo institucional a
las energías renovables frente a los intereses de las multinacionales de las
energías fósiles; o la ausencia de pedagogía al respecto de la inmigración, echándose
en saco roto toda la sangre derramada por el fascismo en el siglo XX, y tantas
y tantas cosas a las que se ha dado lugar, que si cada día se publicara una, otro
aire sacudiría las conciencias y se
pensaría más en lo que está pasando.
En el
mundo actual, que todo se sabe y todo se ve a la velocidad del rayo, bien se
podía pensar a quién se le está haciendo el caldo gordo y a quién no, que
estamos llegando a niveles de tontería similares a esa sociedad cerril y
puritana que gasta millones en investigaciones y juicios por destapar los escarceos
sexuales con una becaria, y luego son capaces de poner al frente del país más
poderoso de la tierra a lo que han puesto, que veremos a ver como escapa el mundo después
de cuatro años en sus manos, si es que no son ocho, cosa que dudo porque lo van
a volar antes.
Los partidos
políticos, todos ellos, tendrían que conformarse con la financiación que les
facilita la Ley de Partidos, y si no les interesa el sistema que vayan
consensuando otro, que garantice la limpieza y la igualdad de oportunidades.
También deben de emplearse bien en vigilar a quién proponen para las
candidaturas, habilitar todos los filtros necesarios para asegurar que nadie va
a entrar en política para enriquecerse, o por estar en el paro o porque no
tienen otra cosa. Tiene que haber mecanismos para garantizar la honradez, los
méritos y la capacidad de los candidatos, en definitiva su idoneidad para el
servicio público.
En correr
la cortina de lo secundario y sacar a la luz, además de la corrupción, los trucos y trampas
de la ingeniería política de los que gobiernan bajo intereses contrarios a los
ciudadanos, va a tener que emplearse
toda la sociedad, en primer lugar los servidores públicos decentes que son los primeros
que los conocen, seguidos de los medios de comunicación y los partidos políticos
que quieran sobrevivir con dignidad, porque es mucho lo que está en juego.
El
desprestigio y el desapego de la sociedad hacia la clase política son mucho más
peligrosos de lo que la mayoría de la gente se imagina, poca gracia tienen los
chistes y poca gracia tiene la difusión de rumores sin contrastar o las falsas
noticias, eso de repartir por las redes sociales lo primero que llega va a
haber que pensárselo. Porque el precio que se va a pagar puede ser muy alto.
Exijamos a los partidos que se haga realidad la regeneración de la vida pública, hacer respetable la
democracia, para que sea respetada, porque costó mucho conseguirla y es el sistema
político que mejor nos va. Empezando por separar la mala hierba y cuanto antes
mejor, dignificar la labor del político, eso debe ser la meta principal, porque de lo contrario es posible, y hay muchos ejemplos en
la historia, que lleguen los salva-patrias y llenen las tapias de los
cementerios de agujeros y vuelta a
empezar.
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