El ejercicio que yo puedo hacer se reduce a dar
paseos y como voy sola los doy por la ciudad, no me apetece ir por el campo sola
como un alma en pena. Me cuesta mucho trabajo arrancar, pero mi amigo Pablo, me
aconsejó que saliera con una “misión” y eso hago, hoy he ido a la Gran Vía a
llevar a mi hijo algo que ayer se olvidó en casa, y mañana iré a comprar hilo
de collares o cualquier cosa que se me ocurra, mientras se me ocurran cosas así seguiré. El día que no tenga una misión clara, tendré que ir a comprar pasteles
y echaré todo el trabajo a perder.
En la ruta de hoy he pasado por calles que en otro
tiempo fueron habituales en mi vida: los alrededores de mi Perra Gorda y el
Mercado de San Agustín. ¡Qué pena más grande en lo que han convertido el centro
de la ciudad! Es cierto que sois muchos los que cada día denunciáis los disparates
que hacen llenando las calles y plazas de mesas y sillas de restaurantes de
baja calidad, la moda del "Low Cost" que está acabando con todo lo
bueno, que no tendría que ser caro si no fuera por el amor al dinero fácil y
rápido de los malos negociantes y los gobernantes que se lo permiten. Y no se
conforman con cualquier sitio, no, eligen los lugares más emblemáticos:
desayune o coma usted ante el marco incomparable de una plaza medieval, pero
eso sí, cómase usted una buena mierda con ketchup y mostaza y a precio de Cordón
Bleu, total usted es un turista insensible y sin paladar, ni olfato, ni gusto,
ni tacto, pero con dinerito fresco. ¡Qué vergüenza y qué caro lo vamos a pagar!
Continúo con mi paseo de hoy que me ha servido para
comprobar que entre unos y otros, y en pocos años, han conseguido convertir el
centro de Granada en una ruina pestosa llena de tiendas de productos para
turistas, que digo yo, que quién les habrá dicho a ellos que los recuerdos de
Granada han de ser marroquíes. Aunque peor todavía son los "Suvenir"
de corte andaluz, esos delantales de volantes con lunares como tortas Maritoñi,
y esas castañuelas de plástico, no podría el Ayuntamiento o Cultura de la Junta
o Turismo o a quién corresponda poner un servicio de asesoramiento para
comerciantes donde se les informara sobre la cerámica, la taracea, los faroles,
las joyas de filigrana de plata o lo que sea, o libros de verdad y no folletos
de guardarropía.
Enfrente de la Capilla Real he visto una tienda
que pretende vender productos históricos, replicas de las joyas de Isabel la
Católica, que no son de oro ni de plata, no sé con qué clase de hojalata están hechas
pero mucho me temo que a más de una japonesa se le han tenido que poner las
orejas como higos chumbos enfermos de cochinilla.
Los comercios de toda la vida no sé cuánto tiempo
hará que han sido sustituidos por esas horribles tiendas de recuerdos, pero qué
pena me ha dado no ver la Tienda del Afilador de Cuchillos o la de Lanas del
Pie de la Torre, tan familiares y tan típicos.
Y esa calle San Jerónimo, antes llena de vida y olor a frutas y a especias,
que hoy huele a rastrillo de viejo, los locales que no están abandonados y
llenos de escombros están ocupados por negocios cochambrosos, que da miedo
verlos, y más miedo da todavía comprobar que la única empresa que ha
sobrevivido ¡Oh cielos qué horror! ha sido la Funeraria Del Moral, lo cual es
natural, porque si algo se sabe en esta vida es que la muerte es uniforme y
vende siempre, no depende de modas ni de mudanzas.
Igual voy a
tener que replantear las rutas porque de tanto ver disparates los paseos terapéuticos
van a tener los efectos contrarios.
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