EL
RECREO
Una vez que ha pasado la novedad de las
vacaciones sin fin que supone la jubilación, cuando empieza a hacerse pesado
disponer de tanto tiempo libre para uno solo, eso que tanto se ha echado de menos en la vida,
el jubilado novato se apunta a cualquier cosa que le ate al mundo que siente
que se le va perdiendo.Como "il
dolce far niente", que es la forma elegante de llamar a la flojera, no es
cosa muy preocupante para la adolescencia que tiempo tendrán de reaccionar, pero
puede ser letal para la vejez; la sociedad se ha puesto en marcha para
proporcionar a los mayores la posibilidad de envejecer activamente,habiéndose comprobado que esto ayuda a evitar depresiones, enfermedades y, en algunos
casos situaciones de dependencia
prematura, no faltan las ofertas de talleres, cursos, viajes y todo tipo
de actividades dirigidas a los mayores. Todo eso unido a la participación en
las redes sociales está dando lugar a que la tercera edad, lo que muchos no quieren llamar vejez, esté siendo una etapa de relaciones sociales y
crecimiento como nunca antes se había visto.
No he pretendido hacer un análisis muy
profundo sobre la vida del jubilado en el Primer Mundo, pero es la forma que se
me ha ocurrido para empezar a contar que un día me apunté a un curso de
Creación Literaria, ya que mi oficio anterior me había facultado para escribir
y en esa actividad había encontrado una forma de entretenimiento con el que
llenar parte de los días , pero una vez que se me acabaran las anécdotas que
conocía no me veía yo capacitada para inventar nuevas historias, y quise
aprender técnicas que estimularan mi imaginación para crear personajes a los
que le pasaran cosas interesantes dignas de ser contadas.
No me sirvió para
mucho el curso, algo pasó que hizo que interrumpiera mi asistencia, la salud,
que es la enemiga verdadera de los mayores, se interpuso entre la escuela y yo.
Guardé el cuaderno de apuntes en alguna parte y no volví a acordarme más de él,
ni de los consejos que el profesor había dictado. Hace unos días lo encontré en un armario y
lo he estado ojeando, tengo que estudiarlo a fondo porque es interesante y
didáctico, pero eso será más adelante, porque hoy me ha llamado la atención un
dibujo que hice en clase y que me ha hecho sonreír.
Para probar cual era nuestra capacidad de recordar nos pidió el profesor que pintáramos algún recuerdo agradable de nuestra infancia, como podía ser la hora del recreo en nuestro colegio, haciendo destacar algún elemento que fuera especialmente importante y los sentimientos o conceptos que me inspiraba su recuerdo. Por si no se entiende muy bien la letra, creo que las palabras que están escritas son: Alegría, femenino, hambre , diversión y movimiento.
Para probar cual era nuestra capacidad de recordar nos pidió el profesor que pintáramos algún recuerdo agradable de nuestra infancia, como podía ser la hora del recreo en nuestro colegio, haciendo destacar algún elemento que fuera especialmente importante y los sentimientos o conceptos que me inspiraba su recuerdo. Por si no se entiende muy bien la letra, creo que las palabras que están escritas son: Alegría, femenino, hambre , diversión y movimiento.
Esos
son los recuerdos del patio de mi colegio, en el que reina el bocadillo a la hora del recreo. Y tengo el
gusto de dedicar este relato con su ilustración a mis compañeras de las Teresianas,
reunidas después de cincuenta años gracias a las redes sociales.
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