Una vez más el odio ha golpeado donde más nos duele. Si con el ataque a las Torres Gemelas se trató de dañar el símbolo del poder económico de los Estados Unidos y sus aliados , ahora el odio terrorista va directo al corazón mismo de nuestra civilización, no es un ataque a Francia no, es a todos los ciudadanos del mundo libre, a todos nosotros los que nos sentíamos protegidos gracias a un puñado de franceses que lucharon y abrieron el camino para que hoy disfrutemos de derechos y libertades, con nuestros más y nuestros menos, pero en marcha y con medios para mejorar cada día nuestras vidas. Aunque como herederos dejamos mucho que desear, no hemos sabido adminsitrar tan magna herencia y con torpeza la estamos dilapidando, es suicida que doscientos veintiséis años después de aquella primera “Déclaration des droits de l'homme et du citoyen”, no sepamos siquiera qué clase de mundo vamos a dejar a nuestros hijos.
LLoremos hoy por Francia que es lo que toca, pero desde mañana mismo exijamos a nuestros políticos que piensen cuál es la solución, que olviden los métodos seguidos hasta ahora y no yerren más. Y si no saben que se vayan,que dejen pasar a otros, que esto es muy grave y no lo vamos a poder aguantar mucho tiempo.
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