domingo, 1 de noviembre de 2015

EL DIA DE LOS MUERTOS



EL DÍA DE LOS MUERTOS



No se sabe por qué en mi familia cercana no se ha cultivado la costumbre de honrar a los muertos , no visitamos cementerios, ni hacemos funerales, ni el día Dos  de Noviembre, ni ningún otro. Se supone que ese desapego obedece a alguna razón, las familias son pequeños mundos y   los padres marcan la pauta de las costumbres que después los hijos seguirán practicando el resto de sus vidas. No hemos recibido el testigo de la tradición, para nosotros, lo mismo da que sea el Día de los Muertos como el Día de los Vivos, no hay nada que celebrar.

Seguramente esa sea la razón por la que  no me molesta en absoluto que se hayan cambiado las velas y plegarias en recuerdo de los muertos, por los divertidos disfraces terroríficos y la algarabía infantil del “truco o trato” de la fiesta de Halloween ¿qué importa una cosa u otra si se trata de celebrar la llegada del otoño?


Teniendo en cuenta que son raras las tradiciones estadounidenses que no tienen raíces europeas, prefiero no considerar la asunción de esta nueva costumbre como una claudicación ante la invasión cultural yanqui. Esta es una celebración de origen celta que tiene más de tres mil años  y como un boomerang ha ido de acá para allá, para volver corregida y aumentada y ahí está, ha venido para quedarse sin afán excluyente, quién quiera que celebre el día de los Santos y siga rezando a sus muertos y quién no, que se disfrace de bruja o demonio y corra por las calles llamando a las puertas, que a mi me da igual, yo no hago ni lo uno ni lo otro. ¡Por Manitú!

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