domingo, 21 de abril de 2019

PARA SONREÍR, DOLORES

PARA SONREÍR, DOLORES 


  Dedicado a María José Lara Ramos


El recuerdo de Dolores siempre nos provocará una sonrisa, y es que la simpatía ha sido la principal característica de esta mujer buena y sencilla, que nos ha encantado  a todos.  

Paradójicamente le pusieron un nombre que invoca sufrimiento: Dolores, y ella  vivió alegrando la vida de todo el que tenía alrededor y repartiendo amor a manos  llenas.
Fue la más pequeña de siete hermanos y pasó su infancia y su juventud en Noalejo, el pueblo donde había nacido. Se sentía orgullosa de su origen y llevaba a gala haber trabajado toda la vida ayudando a su familia. 

Cumpliendo con lo que le pedía el destino fundó junto a Pablo su propia familia  y trajo siete hijos al mundo a los que cuidaron con esmero y, a base de mucho  trabajo, proporcionaron la formación necesaria para que cada uno se desarrollara según su elección. Hoy son hombres y mujeres orgullosos de sus padres. 

Y Dolores no tuvo bastante con cuidar y criar a sus niños compaginando el trabajo de la casa con su trabajo en la hostelería, tan pronto como sus hijos se hicieron independientes, se apuntó a la escuela de adultos a la que asistió durante cinco  años, para obtener los conocimientos que no pudo conseguir en sus años de juventud, cumpliendo así su sueño de saber. Fueron años de plenitud para ella, aprovechó aquel tiempo para desarrollar todo su potencial de habilidades sociales,  que tenía muchas, y disfrutó de lo que la sociedad le puso a su alcance en aquellos   años de bienestar nacional. 

En la última parte de su vida, tuvo que aprender a vivir sin su querido Pablo y con una enfermedad grave que mermó sus capacidades, ambas cosas las sobrellevó con entereza y dignidad, sin perder el carácter amable que la caracterizaba. Hasta en los momentos más duros de sus últimos días, tuvo un instante de ánimo para  cantar una canción festiva. Su sentido del humor pudo con las circunstancias. Así  era ella. 

Ahora que su tiempo se ha terminado, escribo estas palabras para celebrar su vida,  para dejar constancia de que su simpatía ha dejado huella y que siempre saludaré con alegría su recuerdo. Los pésames y condolencias no cuadran en un homenaje a Dolores, mejor será aprovechar la ocasión para agradecer al destino haber coincidido con ella en la vida y para felicitar a sus hijos por la suerte de madre que  han tenido.  
Granada, abril de 2019

  1.  María del Mar Vida Arredondo 

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