lunes, 24 de diciembre de 2018

LA MAGIA DE LA NAVIDAD


LA MAGIA DE LA NAVIDAD

La Navidad sorprendió  a mi amiga-sobrina Inma ayer por la mañana.  En pleno centro de la ciudad, junto al edificio del Ayuntamiento  se había montado un arbolito hecho con  contenedores verdes pequeñitos, como reclamo para concienciar al personal de la necesidad de colaborar en el reciclaje de vidrio.  Para completar la campaña se invitaba a los viandantes a formular por escrito un deseo depositando la misiva en una urna, se supone que dirigida a Papá Noel, a los Reyes Magos o al mismísimo Espíritu de la Navidad. Que para ilusionar cualquiera de ellos es bueno. Había también algo de premios, pero eso era lo de menos.

Inma quiso participar y se acercó a coger la cartulina para escribir su deseo, en ese momento vio que se acercaba un grupo de niños como de diez u once años  acompañados por una señorita, que después se supo que era su monitora.  A los chiquillos les llamó la atención el árbol tan original, pero lo que más les gustó fue la idea de participar en la petición de deseos, con alboroto pedían su  cartulina para escribirlos, pero no podía ser, aquello era solo para adultos y no les permitieron jugar. Cosa más insólita no se ha visto, a quién se le habrá ocurrido organizar un juego una mañana de Navidad y no dejar jugar a los niños.  

Pero si el organizador discrimina a los niños, Inma no, y sin dudarlo se ofreció a escribir el deseo del primero de ellos en su cartulina: -Venga dime tu nombre y tu deseo.-Me llamo Serafín y mi deseo es poder reunirme con mi familia-.
En ese momento se le hizo el nudo en la garganta, y eso no fue todo. Los otros niños saltaban de ilusión pidiendo que sus deseos también se incluyeran. Primero fue Dimitri, negro como Baltasar, y después Torcuato. A ver Dimitri dime tu deseo.-Que me pueda reunir con mi familia-.  Y a Torcuato no hizo falta preguntarle, pero él quería asegurarse que su deseo se incluía,-Me llamo Torcuato y quiero  estar con mi familia.

Afortunadamente la bondad es contagiosa, al ver la disposición de mi amiga a colaborar en los deseos de los niños, la monitora se unió al empeño y fueron dos tarjetas. Más voluntades tendrían que unirse para conseguir lo que debía ser de justicia. Pero Inma puso al servicio de los niños su corazón y así quedó su tarjeta:
“Que Serafín pueda estar con su familia,  también Dimitri y Torcuato”.
Ni arbolitos, ni adornos, ni luces en las calles, ni tan siquiera los belenes logran transmitir el sentido de la Navidad, pero Tres Niños Magos  y una buena mujer, el día antes de Nochebuena, lo han conseguido.






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