lunes, 11 de septiembre de 2017

EL RECREO







EL RECREO
      Una vez que ha pasado la novedad de las vacaciones sin fin que supone la jubilación, cuando empieza a hacerse pesado disponer de tanto tiempo libre para uno solo, eso  que tanto se ha echado de menos en la vida, el jubilado novato se apunta a cualquier cosa que le ate al mundo que siente que se le va perdiendo.Como "il dolce far niente", que es la forma elegante de llamar a la flojera, no es cosa muy preocupante para la adolescencia que tiempo tendrán de reaccionar, pero puede ser letal para la vejez; la sociedad se ha puesto en marcha para proporcionar a los mayores la posibilidad de envejecer activamente,habiéndose comprobado que esto ayuda a evitar depresiones, enfermedades y, en algunos casos situaciones de  dependencia prematura, no faltan las ofertas de talleres, cursos, viajes y todo tipo de actividades dirigidas a los mayores. Todo eso unido a la participación en las redes sociales está dando lugar a que la tercera edad, lo que muchos no quieren llamar vejez, esté siendo una etapa de relaciones sociales y crecimiento como nunca antes se había visto.   
    No he pretendido hacer un análisis muy profundo sobre la vida del jubilado en el Primer Mundo, pero es la forma que se me ha ocurrido para empezar a contar que un día me apunté a un curso de Creación Literaria, ya que mi oficio anterior me había facultado para escribir y en esa actividad había encontrado una forma de entretenimiento con el que llenar parte de los días , pero una vez que se me acabaran las anécdotas que conocía no me veía yo capacitada para inventar nuevas historias, y quise aprender técnicas que estimularan mi imaginación para crear personajes a los que le pasaran cosas interesantes dignas de ser contadas.
   No me sirvió para mucho el curso, algo pasó que hizo que interrumpiera mi asistencia, la salud, que es la enemiga verdadera de los mayores, se interpuso entre la escuela y yo. Guardé el cuaderno de apuntes en alguna parte y no volví a acordarme más de él, ni de los consejos que el profesor había dictado. Hace unos días lo encontré en un armario y lo he estado ojeando, tengo que estudiarlo a fondo porque es interesante y didáctico, pero eso será más adelante, porque hoy me ha llamado la atención un dibujo que hice en clase y que me ha hecho sonreír.
    Para probar cual era nuestra capacidad de recordar nos pidió el profesor que pintáramos algún recuerdo agradable de nuestra infancia, como podía ser la hora del recreo en nuestro colegio, haciendo destacar algún elemento que fuera especialmente importante y los sentimientos o conceptos que me inspiraba su recuerdo. Por si no se entiende muy bien la letra, creo que las palabras que están escritas son: Alegría, femenino, hambre , diversión y movimiento. 
    Esos son los recuerdos del patio de mi colegio, en el que reina el bocadillo a la hora del recreo. Y tengo el gusto de dedicar este relato con su ilustración a mis compañeras de las Teresianas, reunidas después de cincuenta años gracias a las redes sociales.   


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